Hay un vagabundo que te escribe algo en su silla, a la puerta de un bar.
Sólo si él quiere, si pone el sombrero boca arriba en su mesita,
para que después del cigarrillo o la cerveza, se le llene de la voluntad.
Si no quiere, lo pondrá hacia abajo, no te va aceptar nada,
no te va a escribir nada hoy, no insistas, vuelve a intentarlo otro día.
“Miss Escritos”, le llaman, sólo por el color rosa fucsia de su sombrero,
que a veces esconde, su barba blanca y su bigote rubio-indefinido de nicotina.
Él, dice que perdió su nombre, con su letra, en el año XX, y que ahora no se llama,
que cualquier nombre es bueno, incluso ninguno.
Siempre que alguien, entienda su letra...
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