domingo, 13 de febrero de 2011

Un secreto, cerca del cielo.

Hasta mis quince años, en verano, vivía en un 7º piso.
Al lado de la puerta de mi casa, había otra, un poco más pequeña, que daba a unas pocas escaleras. Al final de esas escaleras, una ventana, también pequeña, me dejo pasar muchas veces hasta el tejado.

Solo subía, y me sentaba en las tejas, miraba al cielo, al horizonte, llegué a jugar con ellos, a reconocerlos con los ojos cerrados.

A veces, contaba las tejas.

Este juego, (creo), me empujó a atreverme, a levantarme,
a moverme por mi tejado.

Conté, todas las tejas de mi tejado, lo recorrí de cabo a rabo,
siempre sin acercarme al borde, me daba demasiado miedo.

Aprendí, incluso a saber, cuanto tiempo podía estar en el tejado,
sin que se descubriese mi secreto.
Al principio mirando al cielo, después, gracias a aquel reloj tan feo,
con esfera solar, que me regalaron por mi comunión, y que duró tantos años.

Deje de subir, cuando me acostumbre, a mirar la luz de la cocina,
en el patio, desde el borde que antes me daba tanto miedo.
Supe que me había cansado de cielo, de horizonte, de tejas,
que no encontraría más juegos nuevos, en mi tejado.

A mis dieciseis años, dejamos de ir en verano,
a la que fue mi casa tanto tiempo.

A veces pienso, que hubiese sido de mí,
si hubiese vivido en ese 7º piso todo el año.

Tan cerca del cielo.

3 comentarios:

  1. te das cuenta, hasta de lo más hermoso podemos llegar a cansarnos

    creo que en ese tejado te faltaba algo más, no sospecho qué podía ser, pero sí creo realmente que con las tejas y el azul no tenías bastante

    y ahora, añoras este tejado? te molestas en mirar al cielo de vez en cuando para contemplar el azul?
    cuánto hace que no subes a una torre, a una azotea, a un mirador, y pierdes el rato (marcado en reloj de sol o de arena) así, sin más?

    ResponderEliminar
  2. Me ha costado mucho, pero desde hace tiempo,
    aprecio cada cielo que veo, con sol, con nubes, con estrellas, con lunas, casi desde cualquier sitio, y busco a la vez horizontes.
    Los vi, subiendo a tu atalaya,
    en su caja de musica, en su bufanda al viento.

    Desde hace todo ese tiempo, me acompañan dos amores, solo dos, y me han abierto los ojos.

    ResponderEliminar
  3. Dormir en un tejado, eso si que es, estar cerca del cielo.

    ResponderEliminar